Erase una vez una hermosa avecilla que vivía muy cerca de
un caudaloso río. La llamaban Trina. Sus plumas grises y brillantes adornaban
sus largas alas con las que volaba con facilidad buscando alimentos. Ella era muy
amiga de los pescadores y como le
gustaba comer lombrices siempre se paseaba por el río para compartir el almuerzo
con sus amigos.
Un día Trina se despertó con mucha hambre y voló hasta la
orilla del río en busca de su plato favorito. Pero no encontró nada ya que unas
avecillas habían recogido todas las lombrices. Entonces se sentó en la orilla
en espera de sus amigos.
De repente salió Pisco un ambicioso y avaro pez. Estaba vendiendo
las lombrices que le había quitado a un pescador. Como ella no tenía dinero para comprar le dijo:
-¿Me puedes regalar una lombriz? -lo siento, estas lombrices son para venderlas
y así tener muuucho dinero. Contestó el muy mezquino animal.
La hermosa avecilla se quedó pensando, pensando y después
de un largo rato dijo: - Escucha. Te tengo un trato excepcional. Te doy mis
alas a cambio de dos lombrices, ¡míralas son bien largas! así podrás volar y
escaparte del pescador. ¿Qué me dices? Insistió.
-Acepto. Dijo el ambicioso pez.
Trina se sentó a disfrutar del apetecido y suculento
almuerzo. Luego sintió mucho sueño y se
acostó a dormir en el tronco hueco de un pequeño
árbol.
Cuando despertó pensó regresar a casa, pero para su
sorpresa recordó que no tenía alas por tal razón no podía volar. Entonces comenzó a llorar y a gritar:
-Piscooooooo, Piscooooooo por favor ¡devuélveme mis alas!
-Si me devuelves mis lombrices. Respondió Pisco.
Trina salió a caminar en busca de lombrices, caminó y caminó,
pero no encontró nada. En medio de su desesperación apareció un amigo pescador,
que muy alegre se dirigía al río. Con él traía una bolsa con lombrices.
-¡Hola Trina! Dijo el pescador. Ella lo miró muy sonriente.
Se acercó de prisa y le dijo: -¡Hola amigo pescador! Me alegra que hayas
venido. Por favor ¿me puede regalar dos
lombricitas? Le aseguro que la recompensa será muy valiosa.
-Tengo pocas lombrices hoy amiga Trina. Contestó el
pescador. En estos días encontré un pez
muy malicioso que robó mi bolsa de la orilla mientras yo descansaba para
marcharme. Pero ¿de qué recompensa me hablas?
- Tengo una idea genial dijo el ave de plumas gris. Hay un
pez muy gordo que le va a gustar. Deme dos de sus lombrices y quédese aquí
quietecito que ya verá.
El pescador aceptó la propuesta.
Trina tomó las dos lombrices, armó la trampa y se acercó
a la orilla. Lanzando un anzuelo al agua
dijo: Piscoooo, Piscooo, ¡ven toma tus lombrices!
El avaro pez se apresuró a rescatar sus dos lombrices y quedó
atrapado. Entonces el pescador muy feliz ayudó a Trina a tomar sus alas. En ellas estaba amarrada la bolsa de lombrices
que Pisco había robado. Los dos amigos
compartieron las lombrices y la hermosa avecilla volvió a volar feliz.
Autora: Ana Ylda Moreta
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